Cuando la derrota es una victoria…

Y llegó el partido de tenis tan deseado y tan temido. Deseado por eso de cuestión pendiente desde los 8 años. Temido por lo desconocido.
¿Qué es una competencia deportiva? ¿Qué implica para esas personas? Tantas cosas en verdad… Para mí, y estoy hablando de mí exclusivamente, una expresión de masculinidad. Energía masculina en movimiento. Competencia y testosterona. Algo de violencia también. Y por último una enorme cantidad de endorfinas. Ahhhhhhhhh… Mmmmmmmmmmmm…Casi orgásmico. Después del evento uno queda hecho mieeeeerda… Ah bueno… resulta que te duele el orto, las gambas, ¡¡¡LAS ABOMINABLES ABDOMINALES!!! y se siente tan bien… ¿Estamos algo locos no? Jajajaja.
Se despierta la memoria emotiva. Recuerdos de la infancia y la preadolescencia. Menos que recuerdos, sensaciones de que algo es familiar, algo reconocible del pasado pulsó una cuerda olvidada, dejada de lado.
Y se siente tan bien. ¡Y eso que perdí!
Una parte de mí, la pequeña Mónica Geller, que siempre quiere ganar, hoy se sintió frustrada por haber perdido el partido.
Otra parte, la que quería probar el sabor de la competencia y las hormonas, saborear la energía y ejercer la violencia civilizada, está totalmente satisfecha.
¡¡¡Y quiere más!!!
Hoy perdí un partido de tenis y gané el derecho a jugar al TENIS y sentirme que puedo hacerlo aunque juegue bien o mal.
Hoy siendo adulto disfruté jugando y no me importó perder.
Hoy viví la experiencia de “lo que importa es participar”, “lo que importa es competir”. Competir como el suceso de medir las fuerzas o las habilidades, como volver a ser niños por un tiempo y medirnos los pitos.
Y no me importó haber “perdido”, gané el derecho de estar, ser, poder y volver a intentarlo.
Hoy gané.
Gracias público, jejeje.