sábado, 11 de abril de 2009

Represión.

Nos reprimimos cuando no le partimos la cabeza a alguien cuando ese alguien nos rayó el auto por impericia o imprudencia. Reprimimos un instinto violento. Podría decirse que no hacerlo está bien, que somos civilizados y que hay otras formas de resolver los conflictos, que el seguro paga, etcétera.
Ahora bien, ¿cómo pensamos esta otra situación? Estás en un sitio con otras personas teniendo un encuentro social, digamos una salida al cine, una cena. Ya comiste, ya conversaste, ya, ya, ya…. ¡ya fue! ¡Tenés ganas de irte a la mierda! ¿Por qué carajo no te vas? Por represión.
Reprimimos nuestros deseos por consideración de los demás, de las normas de convivencia, del “qué dirán” y tantas estupideces…
Pero el deseo es implacable, seguirá latiendo y molestando hasta que se lo satisfaga. Mientras tanto el deseo tiene un aliado fenomenal llamado “cuerpo”, ya que no por casualidad muchos de esos deseos se materializan en el cuerpo. Este muchachito es muy hedonista (bah, es EL hedonista) y sabe lo que le conviene, le gusta el franeleo de los deseos que hacen carne en él.
De modo que el deseo le dice al cuerpo: “Che, pibe, saboteame a este pelotudo que no sabe lo que hace. Enfermate, haceme el favor.” Y el “piola” se enferma, o sea, nos enfermamos (o sea… ¡qué pelotudos!...).
El asunto es saber interpretar el lenguaje que utiliza el cuerpo para decirnos lo que está queriendo decirnos. Muchas veces olvidamos esta relación entre el deseo, el cuerpo y la enfermedad. Hay muchos autores que hablan de esto y lo amplían y vinculan no sólo con el deseo sino también con falta de autoestima y otras cuestiones humanas, la mayoría relacionadas con la falta de amor a uno mismo.
Entonces mandemos al reverendo CA-RA-JO a la represión y si no nos sale muy educadamente, pidamos disculpas, y en el perfecto orden divino, hagamos lo que queramos.
Amén.

2 comentarios:

  1. Bien Fede, así se habla. Decía Freud, que el sintoma, (la enfermedad), es una expresion de deseo. y que lo que es displacentero para un sistema, ( el conciente, ponele), es placentero para otro, (el inconciente, ponele). Así que, nada de lo que nos sucede, nos sucede por que sí.

    beshosh

    ResponderEliminar
  2. Gracias Caro por la data. Ya dijiste que nada nos sucede porque sí. Es otra forma de decir que no hay casualidad sino CAUSALIDAD. Y no es casual tampoco que el título de este blog sea "En contacto con mi inconsciente colectivo"... (no es que sea mío nomás). Bueno paremos la moto porque el comentario se va a convertir en otra entrada, ¡jajaja!
    En fin, me compré un libro de Jung. Voy a ver como me va. Cualquier cosa te chiflo. Besis.

    ResponderEliminar