Mi primera maestra se llamó Paulina. Está viva todavía. Esta fue la maestra oficial de primer grado. Pero la maestra que me impulsó fue la que me cambió profundamente mi vida y tocó esas fibras íntimas que despertaron quién sabe qué cosa y me abrieron la mente.
Esa gran señora y Maestra se llama Louise Hay. La conocí hace como 19 años cuando accedí a leer su clásico Usted puede sanar su vida, libro que compraron mis padres y que pasó a mis manos. Este libro relaciona enfermedades con pautas negativas de pensamiento que generan vibraciones que a su vez provocan esas enfermedades y experiencias de vida llamadas “negativas”. Allí empezó mi viaje de conocimiento de otras realidades, o más bien de la misma realidad de una forma diferente. Ahí también oí por primera vez lo que ella llama “la campanilla interior”, que es la que te indica un vislumbre de Verdad, aunque no haya una demostración racional de por medio.
A los años, oí en la radio casi por casualidad a la señora Silvia Freire, a quien puedo llamar mi segunda Maestra ya que en su participación en el programa de Rolando Hanglin (hace un toco de años) planteaba conflictos en las personas y una forma diferente de encararlos o de verlos. En verdad para el ser humano hay opciones; no estamos determinados a actuar y a reaccionar de tal o cual forma (¡¡¡Mirá vos!!! ¡¡¡Que novedoso, che!!!).
Mi tercera Maestra fue la señora Conny Mendez. Práctica y concreta, muy venezolana y ¡chévere! Lamentablemente no siempre seguí o pude seguir sus consejos, sobre todo en lo que respecta a hablar a otros o tratar de enseñar a otros cuando no se pidió ayuda, ya que “cuando el discípulo está dispuesto, el maestro aparece”. Esa supuesta ayuda que uno brinda, cae en el vacío de la incomprensión, el orgullo y tantas cosas tontas que tenemos los humanos cuando nos paramos en el ego.
A partir de allí leí otros libros de temáticas varias y fui ampliando mis conocimientos sobre metafísica, tomé cursos de reiki, sanación crística y meditación.
Al tiempo me puse en contacto con la astrología y digamos ¡se me complicaron un poco las cosas! Pero también se pusieron bien divertidas.
Por último necesité volver a echar raíces, tomar contacto con realidades simples y cotidianas y encontré otro libro de Louise Hay llamado El poder está dentro de ti, que recomiendo sinceramente y que me recordó instantáneamente por qué me había impactado tanto el conocimiento y la práctica de la metafísica: porque te devuelve el poder y responsabilidad que tenemos los seres humanos en ser artífices de nuestras vidas y nos da las herramientas aquí y ahora para hacer de nuestra realidad, una realidad feliz. ¡YA! ¡A-HORA!
Por supuesto hubo muchos otros maestros y también los habrá ya que en cada persona habita uno de estos “maestros ciruelas” que nos enseña y da pautas de vida, distintos enfoques y puntos de vista y conocimientos nuevos.
A todos ellos y principalmente a las que nombré les doy pública y amorosamente las GRACIAS y BENDICIONES. Gracias por encender el Fedelux.
El huevo de Neustad.
Hace 11 años